Hay un rincón de Francia en Borgoña donde la temperatura en invierno se acerca a los -20°c, las casas tienen tejados de lava, paredes de un metro de grosor y ¡donde es bueno abrigarse!

Jeanne y Emmanuel viven en una casa tranquila en medio de este clima a veces hostil. Un día, un sábado, cuando uno de ellos quiso ducharse, se sorprendió al encontrarse bajo un chorro de agua helada. ¡Horror! La calefacción ya no funcionaba.

Una inspección de la sala de calderas llevó rápidamente a la conclusión de que no quedaba combustible. Pero entonces, ¿qué hacer? Los distribuidores están cerrados y no hacen entregas hasta el martes. La paciencia y la resistencia de la pareja fueron puestas a prueba, ¡pero resistieron! Sin embargo, se comprometieron a no volver a quedarse sin combustible. Por desgracia, no encontraron en el mercado un medidor sencillo, ágil y conectado.

Así que decidieron crearla. Y he aquí una pequeña historia de calefacción que, como en los cuentos de hadas, ¡acaba bien!

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